Hoy no voy a escribir sobre cómo aprovechar mejor el tiempo, ni sobre cómo ajustar tu campaña de marketing a la cuarentena por el coronavirus, sino algunas reflexiones personales en medio de esta incertidumbre. Conclusiones a las que llegué durante estas semanas tan raras y que quizá compartas, o que al menos pueden ayudarte a pensar en qué te cambió a ti esta crisis.
Mientras acumulamos semanas de encierro, cada vez tengo más esa sensación de que, en realidad, este año no está pasando. Si bien el homeoffice no me impidió seguir trabajando, e incluso me ayudó a mejorar y acelerar muchos procesos de mi empresa, hay días en los que me despierto y me toma unos minutos recordar qué día es. ¿Les pasa?
Es como si de repente se hubiera cumplido ese deseo recurrente de “Paren el mundo, ¡me quiero bajar!”, y ahora, con tantas actividades en suspenso, no supiéramos bien qué hacer. Ante una situación tan sorpresiva e inédita, tratamos de armarnos con nuestras mejores herramientas y de seguir adelante. Pero la verdad es que todos, hasta las personas más optimistas y motivadas, tenemos días difíciles.
Creo que uno de los retos más grandes del aislamiento es que te obliga a enfrentarte contigo mismo. No hay escapatoria. Y entonces uno empieza a reflexionar sobre una variedad tan grande de temas que cuesta ponerle orden a la cabeza. Por eso uno tiene días de calma, incluso de disfrute por la posibilidad de retomar algún hobby o de pasar más tiempo en familia. Pero también de miedo, de angustia y de melancolía.
Así que en estos momentos, estar mal también está bien.
Por supuesto que si tenemos a cargo un negocio, y compromisos con clientes y empleados, no podemos tirar la toalla. Pero sí aceptar que no siempre vamos a estar 100% productivos, o que a veces las cosas no nos van a salir tan bien como quisiéramos. Porque es imposible que en algún punto esta situación no nos afecte.
Por eso, cuando hablo con otras personas sobre lo que estamos pasando y cómo nos sentimos, trato de evitar esos mensajes de motivación que pueden sonar tan irrelevantes, vacíos o incluso molestos. Cada uno está atravesando esta crisis como puede, y es una decisión absolutamente personal decidir si la va a aprovechar para tomar algún curso, retomar el ejercicio, reformular su modelo de negocios o cerrar definitivamente la empresa.
A mí este "frenazo" me recordó algo que creí haber entendido hace tiempo: que no puedo controlarlo todo.
La realidad es que hay muchas cosas que me superan. Que todavía me sigo frustrando mucho con las exigencias desmedidas de algunos clientes (aunque les explique 10 veces lo que está especificado en la propuesta comercial y el contrato de servicios), o con colaboradores que desaparecen de un día para otro. ¡Hasta me sigo enojando con las noticias!
Y entonces, traté de aprovechar muuucho estos días para reconectarme, recuperar el eje y soltar (o al menos, intentarlo). Y de pensar en qué me cambiaron estos días. Acá algunas de mis conclusiones.
Todavía no tenemos dimensión del impacto de la pandemia en la vida, la economía y el bienestar de millones de personas en todo el mundo. Y tampoco de cómo nos ha afectado a cada uno de nosotros a nivel físico y psicológico.
El costo es tan grande que necesito encontrarle un sentido a todo esto y descubrir cuáles son esas lecciones que tengo que aprender. Lo peor que nos puede pasar es zambullirnos otra vez en nuestras actividades como si nada hubiera pasado, perder la oportunidad de ser mejores… y olvidar qué es lo que realmente importa.
Una de las cosas que más aprecié de la cuarentena fue el poder detenerme y bajarle el volumen al ruido ensordecedor del exterior. Por ruido, me refiero a la enorme cantidad de actividades que teníamos en un día normal y que no nos dejaban un minuto para pensar, a las actividades sociales a las que asistíamos por compromiso, a la noticias y a las notificaciones permanentes de las redes sociales.
De una semana para otra, el mundo se detuvo y de repente fuimos capaces de percibir la amabilidad de la gente que nos rodea, la belleza de un amanecer o lo mucho que nos hace falta nuestra familia. De todas mis reflexiones personales en medio de esta incertidumbre, creo que esta es una de las más importantes.
Cuando recién nos encerramos en casa, los días me parecían interminables. Pero a medida que avanzaba la cuarentena las semanas se me empezaron a hacer cada vez más cortas. ¡Todavía no puedo creer que ya estamos en la segunda mitad del año! Me siento en un estado rarísimo de calma y a la vez de urgencia por enfocarme en lo realmente importante en mi vida.
Por eso trabajé más que nunca en mis habilidades para organizarme mejor y aprovechar cada hora del día. Lo sorprendente es que de repente la mayoría de las cosas por las que me amargaba tanto la vida se volvió relativa. Y reafirmé aquello en lo que creo, las cosas por las que quiero seguir luchando (aunque pierda) y la gente que realmente quiero tener en mi vida.
Somos responsables por nuestro propósito de vida. Más allá de las circunstancias y de los límites que nos impone la realidad, siempre podemos elegir qué camino seguir. Por eso no me gusta hablar tanto de “felicidad”, que es un término tan relativo y hasta inalcanzable, sino de “propósito de vida”.
Esta es una de grandes lecciones de la vida adulta. Porque más allá de esta crisis en particular, y por más que planifiquemos hasta el último detalle de nuestra vida personal o de nuestro trabajo, la realidad siempre nos va a cambiar la jugada. Por supuesto que no podemos dejar todo librado a la suerte, pero si no aprendemos a ser flexibles vamos a vivir haciéndonos mala sangre y hasta podemos paralizarnos ante la amenaza de lo desconocido.
Eso de que “la única certeza es la incertidumbre” es algo que los emprendedores tenemos que entender sí o sí, porque el número de variables que se pueden salir de control en el día a día de la operación del negocio es mucho más grande que cuando tenemos un trabajo.
Trabajé muy duro durante estos últimos cuatro años y esta pandemia encontró a mi empresa fuerte. Pero sin esos clientes que no se retrasaron un día en sus pagos, que nos preguntaron todo el tiempo si estábamos bien de salud y hasta nos acercaron nuevos proyectos hubiera sido muy difícil atravesar este temporal.
Y eso confirmó mi convicción de que una de las mejores estrategias de negocios que podemos tener es ser selectivo con los clientes, y trabajar con aquellos con los que podamos desarrollar relaciones de confianza y de beneficio mutuo.
Con la recesión de la economía se vienen tiempos muy difíciles y hay que mantenerse alerta ante problemas como el retraso en los pagos o el incumplimiento de contratos.
Siempre digo que una de las cosas que más valoro de México es la cortesía de la gente. Y que además es uno de los choques culturales que más me transformaron, porque ya me cuesta mucho aceptar el trato más ríspido de otras culturas como la de mi Argentina natal (poner un pie en el aeropuerto de Ezeiza me obliga a respirar hondo y prepararme para soportar el "tonito" de los empleados de migraciones o de los taxistas).
Y en medio de esta cuarentena eterna, en la que ando más sensible que nunca (¡me he largado a llorar con el final de Spiderman 3!), me conmovieron especialmente los actos de amabilidad de familiares, amigos, clientes y hasta de desconocidos que me encontré en un webinar por Internet o a través de una red social.
Entre mis reflexiones personales en medio de esta incertidumbre, me quedó claro que cuando nos sentimos inseguros y desamparados un elogio, una palabra de aliento, una solución a un problema o un simple "¿cómo estás?" son capaces de cambiarnos el día.
Es en momentos de crisis y dificultad cuando nos sentimos más comprometidos con causas políticas, sociales y económicas. Y ganamos fuerza para expresar nuestra opinión sobre determinado tema o sumarnos a alguna iniciativa en beneficio de alguna comunidad vulnerable.
Desde marzo pasado, cuando en México muchos iniciamos de manera voluntaria la cuarentena, me preocupé especialmente por apoyar con mis compras a emprendedores y pequeños productores, y por dar charlas y talleres gratuitos para empresarios Pyme. Esto de darle un sentido a estos días tan difíciles encuentra un cauce natural cuando nos sentimos parte de algo más grande que nuestro propio bienestar o el éxito del negocio.
Como periodista, trabajé durante muchos años en uno de los sectores más golpeados por Internet: el de los medios de comunicación. Y en un momento me di cuenta de que se habían acabado esos gloriosos tiempos en los que un editor podía tener un buen sueldo y hacer carrera. Y de que había llegado el momento de transformarme y emprender.
Lamentablemente, estos últimos meses en México hubo muchos medios que cerraron de manera definitiva o eliminaron sus versiones impresas, y un gran número de periodistas que se quedaron en la calle.
Y que ahora, cuando las opciones laborales son tan escasas, tienen que convertirse en sus propios jefes de un día para otro. Esto de que no hay nada más inestable que percibir un salario se está convirtiendo en una fenómeno cada vez más generalizado.
No se qué situación estés atravesando mientras lees estas líneas. Quizá pudiste mantener tu empresa en operación, y hasta te atreviste a vender por Internet y sumaste nuevos ingresos. O estás entre los que se vieron obligados a cerrar su negocio y ahora tu principal preocupación es cómo seguir adelante. El propósito de este post es ayudarte a llegar a tus propias reflexiones personales en medio de esta incertidumbre.
Los tiempos de ruptura son los más fértiles para evolucionar, empezar algo nuevo y crecer.
Así que, mientras nos preparamos para regresar a la normalidad, no dejes de pensar en las lecciones que aprendiste en estas últimas semanas y en cómo te transformaron. En cómo cambió tu perspectiva de las cosas, en qué nuevos hábitos incorporaste… Y sobre todo, en cómo podemos trabajar, todos juntos, por un futuro mejor.
¡Hola! Soy Laura Suárez Samper. Periodista, editora y experta en marketing de autoridad para emprendedores y escritores.
A través de mis artículos, aprenderás cómo construir una voz influyente, ganar visibilidad digital para tu negocio y dejar atrás a tu competencia con la herramienta de autoridad más poderosa: un libro.
RECURSOS ÚTILES PARA EMPRENDEDORES Y ESCRITORES
Si quieres definir tu autoridad de marca y saber qué puedes hacer para potenciarla, no te pierdas este recurso descargable. ¡Descárgalo aquí!
Descubre tu nivel de autoridad y anímate a ser una voz influyente.
En cada sector hay muchos expertos. Solo unos pocos lo lideran y dominan a su competencia.